A pesar de que cada vez se presta más atención al bienestar de nuestros pequeños, las sillas infantiles de escritorio todavía no están tan generalizadas como deberían. De hecho, sentar a nuestros hijos en una silla de adulto es un error importante, y no por razones de estética, sino por lo que los especialistas llaman higiene postural.
Es cierto que los niños son más flexibles y se adaptan mejor a cualquier tipo de asiento. Pero el problema viene a largo plazo: si se acostumbran a adoptar posturas incorrectas, las seguirán repitiendo en el futuro y su cuerpo acabará por resentirse, principalmente con dolores de espalda, piernas o cuello.
Y es que las sillas de adultos están pensadas precisamente para soportar y acomodar un cuerpo más grande, tanto en robustez como en altura. Las sillas infantiles de escritorio no sólo son cómodas y ergonómicas, sino que son las adecuadas para el presente y el futuro de los más pequeños.
Sillas infantiles de escritorio: qué deben tener
Una primera característica que deben respetar este tipo de sillas infantiles es el respaldo, que debe ser recto, puesto que la espalda debe estar siempre en posición de 90º. De esta manera, los niños podrán apoyar los codos sobre la mesa, otra de las condiciones importantes para que el cuello y los brazos no sufran durante la tarea.
Tan importante como ello es que la silla tenga una altura adecuada, es decir, más baja que la de los adultos. La razón es muy sencilla: los niños deben apoyar los pies en el suelo en todo momento. Tener los pies colgando no solo es antinatural e incómodo, sino que hace que la espalda y las extremidades sufran. En este sentido, los modelos regulables en altura son una solución perfecta.
Además de ello, existen otras características interesantes que pueden encontrarse en las sillas infantiles de escritorio. Por ejemplo, si el niño es muy pequeño (desde los 2-3 años), es de gran ayuda que las patas estén ligeramente orientadas hacia afuera, pues evitarán los vuelcos. El acolchado o los reposa-brazos también aumentarán la sensación de confort, sobre todo si se trata de un uso más orientado a la lectura y menos a la escritura.
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